La economía humana y el convivialismo tal como se define en el Segundo Manifiesto…

El interés del Segundo Manifiesto Convivialista es doble: en su contenido y en las firmas que recoge. Antes de analizar el contenido, conviene señalar y agradecer la gran cantidad y diversidad de firmas obtenidas, aunque también tengamos en cuenta sus límites. 276 personalidades (¡unas 300 dice la contraportada!) De 33 países. El 58% son franceses (161), siendo los otros países más representados, muy por detrás, Brasil (19), EE.UU. (16), Alemania e Italia (10), Japón (9), Suiza (8). Solo 3 del Magreb y 4 del África subsahariana.

En Francia, hay representantes de la Economía Social y Solidaria, el semanario Alternatives économiques, Le monde diplomático, la revista Esprit, Attac, ecología política, colapsología, de ATD Quart Monde, de Dialogues en humanité. Emmanuel Faber es el único líder económico.
Entre las personalidades que se pueden considerar más cercanas a la RIEH: Elena Lasida, Patrick Viveret, Jean-Baptiste de Foucauld, Gaël Giraud, Edgard Morin, sin olvidar por supuesto a Yves Berthelot. A nivel internacional: Noam Chomsky, Susan George, Shirin Abadi, Chico Whitaker, Leonardo Boff, Olivier de Schutter, Jean Ziegler, Mathieu Ricard. Por tanto, el espectro es bastante amplio.

El Manifiesto asume que los firmantes son intelectuales. Podemos pensar que no todos están completamente de acuerdo con todas las propuestas del Manifiesto, pero sintieron que los puntos de acuerdo fueron lo suficientemente numerosos como paraponer su firma. Este es un hecho muy positivo para todos aquellos que, como nosotros, queremos construir el consenso más amplio posible para cambios estructurales en la organización del mundo basados en el humanismo.

El objetivo central del Manifiesto es definir los valores y principios que sustentan una alternativa al neoliberalismo. "Lo que más falta en las miles y decenas de miles de asociaciones o redes, las decenas o cientos de millones de personas en todo el mundo que buscan escapar de las garras del capitalismo neoliberal, que les impide coordinar y que los condena a una forma de impotencia, es la ausencia de un consenso explícito y claramente compartido sobre algunos valores o principios centrales “. Los firmantes "no se conforman con denuncias estereotipadas de los mercados o del capitalismo que no llevan a ninguna parte mientras no nos digan qué otro tipo de sociedad podemos esperar razonablemente poder construir". Esta ambición rompe con el discurso de muchas obras o producciones audiovisuales que relatan todas estas experiencias y que se niegan a responder a la pregunta de la definición de una alternativa. Según ellos, basta con contar estas experiencias y considerar que dan forma al mundo del mañana sin necesidad de describir sus fundamentos. Por desconfianza frente a ideologías y desconfianza frente a partidos y políticos que pretenden encarnar el cambio. Para los firmantes del Manifiesto, no podemos conformarnos con llamar a la transición sin decir hacia qué o hacia "un mundo después" definido por su ruptura con el "mundo anterior" o incluso un "cambio de paradigma". " sin precisar cuál es el nuevo paradigma al que pretendemos referirnos.

La facilidad de uso se presenta así como una filosofía política, la filosofía del arte de vivir juntos, de la convivencia.

Estamos totalmente de acuerdo con esta ambición, incluso si llamamos a esta referencia compartida "economía humana" y no "convivencia”. Y la economía humana es también una filosofía política, la filosofía de pasar de un mundo menos humano a un mundo más humano. Volveré a esta cuestión de la elección de palabras más adelante. Pero estamos en el mismo campo.

Para la definición de este conjunto de valores y principios, el manifiesto presenta una posición muy afirmada y muy contundente, ya que formula cinco principios y un imperativo categórico que los atraviesa a todos:

Principio de naturalidad común

Principio de humanidad común

Principio de socialidad común

Principio de individuación legítima

Principio de oposición creadora, y el imperativo de dominar el exceso, la arrogancia.

Ver en el apéndice las definiciones dadas en el manifiesto de los 5 principios y el imperativo.

Este es el corazón del Manifiesto y su principal aporte, tanto más interesante cuanto que es muy preciso, a la vez que se puede llegar a un consenso, lo que no es evidente, especialmente a nivel internacional. Las formulaciones son contundentes: "La única política legítima, pero también la única ética aceptable, son las que se inspiran en los cinco principios".

Nos parece que este corpus central también debería dar cabida a lo que el manifiesto llama pluriversalismo; es decir, la síntesis que se encuentra entre el universalismo y la pluralidad de culturas.

En relación con esta afirmación, uno puede preguntarse, por supuesto, si está de acuerdo con los cinco principios y el imperativo. Pero, sobre todo, debemos preguntarnos si, como decimos en matemáticas, son necesarios y suficientes y si trascienden las diferencias en las culturas y en las situaciones económicas y sociales. ¿No deberíamos agregar otros? ¿Es cada uno realmente de tal importancia que no se puede descartar sin desestabilizar el conjunto? Es difícil responder a estas preguntas si no es confrontando estos principios con las principales preguntas que enfrenta nuestra humanidad y viendo cómo informan las opciones a tomar y las políticas a implementar. Volveré a esto más tarde.

Mientras tanto, podemos comparar estos cinco principios de convivencia con los cuatro principios de la economía humana:

Tener en cuenta a todo el hombre (i)

Tener en cuenta a todos los hombres (ii)

Organizar la participación de todos los hombres (iii)

Vivir en armonía con la naturaleza (iv)

Una comparación verdaderamente en profundidad estaría más allá del alcance de esta nota. En general, observamos:

Que existe una equivalencia entre el principio de naturalidad común y el principio (iv)

Ese principio (ii) se puede dividir en dos principios de convivencia: el de la humanidad común y el de la socialidad común.

Que no encontramos en el convivialismo los principios (i) y (iii)

Que no encontramos en los principios de la economía humana el principio de la individuación legítima ni el de la oposición creadora.

En esta etapa, quiero subrayar especialmente el último punto, porque me parece que la convivencia nos hace avanzar en nuestro enfoque de la economía humana. Donde planteamos la solidaridad, la toma en cuenta del interés común, la necesaria armonía, la convivencia permite el interés personal, la rivalidad, los conflictos. “La política legítima es aquella que permite el mejor desarrollo posible de la individualidad singular mediante el desarrollo de las propias capacidades, el propio poder de ser y de actuar, sin dañar el de los demás, en la perspectiva de la igualdad de libertad”. O bien: “Debido a que todo el mundo tiene la vocación de manifestar su individualidad singular, es normal que los humanos se opongan entre sí. Pero sólo es legítimo que lo hagan mientras no ponga en peligro el marco de la humanidad común, la socialidad común y la naturalidad común que hace que la rivalidad sea fecunda y no destructiva”. Deberíamos integrar estas contribuciones del convivialismo.

Otro aporte a integrarse es el lugar central que le da la convivencia al concepto de desmesura (hybris). Se considera que esta es la causa fundamental de todos los males a los que se enfrenta la humanidad y el control de la desmesura como objetivo primordial de la "buena política”. Por tanto, es en el hombre mismo donde residen tanto el problema como la solución. Es la base del lugar de la espiritualidad tanto en la civilización que queremos impulsar como en la estrategia de cambio que estamos implementando, que debe combinar la transformación personal y el establecimiento de nuevas estructuras.

Desde el corpus central, el manifiesto presenta algunas implicaciones generales, luego propuestas concretas.

Las implicaciones generales se presentan en 4 campos:

Campo moral (implícitamente el manifiesto parece distinguir entre la moralidad individual y la política colectiva).

El texto merece ser citado en su totalidad:
“Lo que cada individuo puede esperar es verse reconocido como igual en dignidad a todos los demás seres humanos, tener acceso a condiciones materiales suficientes para llevar a cabo su concepción del buen vivir, en el respeto de las opiniones de los demás, y así buscar ser reconocidos por ellos participando efectivamente, si así lo desean, en la vida política y en la toma de decisiones que comprometen su futuro y el de su comunidad.

Lo que le está prohibido es caer en el exceso y el deseo infantil de omnipotencia (la arrogancia de los Griegos) […] pretendiendo pertenecer a alguna especie superior o acaparando y monopolizando una cantidad de bienes y una cantidad de poder tal que compromete la existencia social de todos”. Esto se traduce concretamente en el deber de rechazar la corrupción en sí misma y de denunciarla mediante la práctica de alertar irregularidades.

De acuerdo con este texto, la economía humana también afirma la responsabilidad de cada uno de respetar la dignidad de los demás, trabajar para participar en la creación de riqueza, participar activamente en la toma de decisiones en un marco democrático. y respetar las decisiones tomadas en este marco. También sería necesario aclarar qué se entiende por comunidad, que incluye al menos tres niveles: local, nacional e internacional.

Campo político

La convivencia toma nota del hecho de que son los “quioscos” los que organizan la vida política.

El manifiesto utiliza una expresión muy contundente al afirmar que un Estado solo puede considerarse legítimo si respeta los cinco principios y observa el imperativo de controlar la arrogancia. Dada la naturaleza muy general de los principios, se puede temer que cualquier persona o grupo se considere justificado para impugnar la legitimidad de cualquier Estado. Mejor decir que los cinco principios constituyen un referente para la acción del Estado.

El problema se encuentra en una afirmación muy problemática cuando el manifiesto también declara que sólo son legítimos los Estados que garantizan a sus conciudadanos una renta básica y establecen una renta y riqueza máximas para los más ricos. Según este criterio, ningún estado del mundo es legítimo. Pero, sobre todo, uno puede adherirse perfectamente a los 5 principios sin estar de acuerdo con estas dos medidas, además muy controvertidas. El manifiesto declara que "la pobreza debe ser ilegalizada". Esta afirmación puede aparecer en la plataforma de un partido político en Francia, pero difícilmente tiene sentido en el contexto de países donde la pobreza es endémica. Es conferir al Estado una omnipotencia completamente excesiva. Según la economía humana, cualquier sociedad debe organizarse para que todos puedan obtener un ingreso de su trabajo que les permita llevar una vida digna. Por otro lado, también se puede debatir la medida sobre renta máxima. Lo esencial a nuestros ojos es que cualquier ingreso, sea cual sea su nivel, se obtiene respetando las expectativas y los derechos de todas las personas que contribuyen a generarlo y respetando los equilibrios naturales. En cuanto a los límites del patrimonio, deben ser gestionados en nuestra opinión mediante una revisión fundamental del derecho de propiedad.

Más que las dos medidas planteadas por la facilidad de uso, planteamos el sistema de mutualización de la protección social basado en el principio "De cada uno según sus medios a cada uno según sus necesidades" , del que, curiosamente, el manifiesto no habla cuando es fundamental en la organización de la sociedad que defendemos. ¡Es cierto que no es nuevo!

El manifiesto trata con cierta extensión de la democracia. Señala la paradoja entre el hecho de que la democracia se impone como referente con el principio de igualdad de todos con todos y que, al mismo tiempo, existen alarmantes signos de descontento con ella. Podemos lamentar que insista sobre todo en las razones para no creer más en la democracia. Sin embargo, el principio de igualdad que es la base de la democracia es equivalente al de la humanidad común. Por nuestra parte, no consideramos que la democracia sea un modelo obsoleto destinado a ser reemplazado por otro. Al contrario, hay que profundizarla. El manifiesto no escapa al riesgo de montar aquí sobre el zeitgeist (o espíritu de la época). Por ejemplo cuando declara que "La democracia participativa sólo puede ser eficaz si es lo más directa posible, es decir, si se basa en gran medida en el sorteo”. También nos asombra leer que “la demanda de igualdad se está extendiendo ahora al mundo animal en nombre del antiespecismo”.

Campo ecológico

Los seres humanos no deberían verse a sí mismos como dueños de la naturaleza, sino como parte de ella. El manifiesto menciona una relación don/ contra-don "al menos metafóricamente", lo que significa que los humanos "deben devolver a la naturaleza tanto o más de lo que toman o reciben de ella". Solo podemos estar en todo de acuerdo con esta variación del principio de naturalidad común. La dificultad radica en la implementación, ya que también pretendemos satisfacer las necesidades de alimentación saludable para todos los seres humanos y las necesidades energéticas, incluso controladas, para reducir el arduo trabajo, calentarse o refrescarse, moverse, intercambiar bienes y servicios. Aquí, el convivencialismo no proporciona una respuesta particular, pero sin duda ese no es su papel. La economía humana tampoco. Porque una vez que los principios están en su lugar, no hay una solución predefinida que sea suficiente para aplicar. La facilidad de uso no escapa por completo a un defecto frecuente en estos temas. Por ejemplo, afirma que los combustibles fósiles deben eliminarse gradualmente para 2040-2050. Este tipo de declaración es en gran medida una mendicidad y conduce inevitablemente a la denuncia global de las políticas que no logran estos objetivos. No basta con ordenar que dejemos de extraer combustibles fósiles mostrando una gran determinación política. Hay que seguir atendiendo la demanda de energía y podemos ver que no hay consenso social para operar cortes de luz o para limitar drásticamente y por la fuerza el uso del automóvil o el avión. Para avanzar, por lo tanto, no basta con fijar grandes objetivos de esta forma, especialmente a medio y largo plazo. Es por ello que, con la economía humana, apostamos por la educación que permita a todos y cada uno de los grupos sociales ser conscientes de las problemáticas y el papel que deben desempeñar para alcanzar el objetivo común y en democracia, lo que permite tomar decisiones compartidas. Y elecciones que a menudo son compromisos entre varios imperativos. Es necesario fortalecer la capacidad de escucha entre ecologistas y agricultores, entre conservacionistas de la naturaleza y productores de energía, entre promotores de la diversidad cultural y turistas que desean viajar... También insistimos en que cualquier cambio debe realizarse también en lo personal, a través de la espiritualidad, en el territorio donde vivimos gracias a un desarrollo local humano y sostenible, en las estructuras y políticas llevadas a cabo por los Estados y por los acuerdos internacionales. Lo decisivo es la articulación de los cuatro niveles.

Campo económico

En este campo hay una gran proximidad entre el manifiesto convivialista y las opciones de política económica inspiradas en la economía humana. Incluso encuentro que varias formulaciones del manifiesto son más fuertes, más nítidas que las nuestras. Algunas citas ilustran esta conexión:
“El verdadero desarrollo de toda la riqueza humana [está] lejos de reducirse únicamente a la riqueza económica, material o monetaria. La riqueza efectiva pasa por un sentido de deber cumplido, solidaridad o juego; a través de todas las formas de creatividad, artística, técnica, científica, literaria, teórica, deportiva, etc. En definitiva, es inherente a una u otra forma de gratuidad o creatividad y a la relación con los demás”.

"El Mercado y la búsqueda de la rentabilidad monetaria son plenamente legítimos siempre que respeten, en particular a través de los derechos (sociales y) sindicales, los postulados de humanidad común y socialidad común, y que sean coherentes con las consideraciones ecológicas previas”.
"La prioridad es luchar contra las derivas rentistas y especulativas de la economía financiera, que son la principal causa del actual desmadre capitalista".

"Es imperativo, con miras a una economía plural, establecer un equilibrio entre la economía de mercado, la economía pública y la economía de no mercado y no monetaria […] según que los bienes o servicios a producir sean individuales, colectivos, comunes o privados”.
El manifiesto utiliza la expresión "prosperidad sin crecimiento", que se puede comparar con la de "feliz sobriedad" de Pierre Rabhi o "abundancia frugal" de Jean-Baptiste de Foucauld. También se refiere a "una sociedad post-crecientista" y a la " desmercantilización " , denotando así "todas las formas de satisfacer mejor las necesidades con menos bienes y menos dinero".

También pide una remodelación fundamental del estado de la empresa, sus responsabilidades y su gobierno.

Todo esto necesita ser aclarado, declinado en diferentes contextos socio-económicos culturales. Pero es igualmente cierto para la economía humana.

En total, podemos señalar:

Una proximidad muy cercana entre el proyecto mismo del Manifiesto Convivialista y el de la Economía Humana: construir un consenso internacional, reconociendo la diversidad de culturas, sobre los principios de organización de las sociedades humanas y de la humanidad en su conjunto, para realizar los cambios estructurales en los campos político y económico necesarios para enfrentar los desafíos que enfrentamos.

Al formular estos principios, las convergencias entre los dos enfoques superan las diferencias que, no obstante, son importantes. Por lo tanto, ambos debemos reconocernos como participando en el mismo movimiento, la misma alianza y dentro de este grupo, dar vida a un debate. La elección de palabras para designar este conjunto es importante. Mi opinión personal es que ni la palabra convivencia ni la expresión economía humana son satisfactorias. Debemos dejar el campo abierto, cada uno manteniendo su referencia en esta etapa.

La principal diferencia es que con la economía humana no solo ofrecemos una visión en forma de un conjunto de principios, sino también un camino, un proceso para lograr cambios estructurales. Este enfoque se basa en dos pilares: educación (sensibilización) y democracia (participación activa en los asuntos comunes). Combina acción y reflexión. También articula los niveles personales, del territorio donde se vive, del Estado, del mundo.

Donde el Manifiesto Convivialista lucha en sus conclusiones para definir cómo se organiza el convivialista internacional y es tentado por la acción política directa, proponemos organizar una red basada en grupos locales, coordinaciones continentales y coordinaciones internacionales cuya acción política es indirecta, es decir, tiene como objetivo fortalecer la conciencia y las capacidades de los individuos y grupos para participar en los cambios .
Parafraseando un eslogan de otra época: “Es un buen comienzo, continuemos el debate” … y sobre todo la acción.

Michel Tissier, Secretario Ejecutivo de RIEH
Le Mené, 17 de octubre de 2020
www.rieh.org

Anexo (extracto de la publicación)
MANIFIESTO CONVIVIALISTA 2D
EDITOR : Actes Sud
FECHA DE LANZAMIENTO : 02/12/2020

" Los principios de naturalidad común, humanidad común, socialidad común, individuación legítima, oposición creativa. Estos cinco principios están subordinados al imperativo absoluto de controlar la arrogancia.
Principio de naturalidad común: el hombre no vive en exterioridad con respecto a una Naturaleza de la que debe convertirse en “amo y dueño”. Como todos los seres vivos, es parte de ella y son interdependientes. Tienen la responsabilidad de cuidarla. Si no la respetan, es su supervivencia física y ética lo que está poniendo en peligro.
Principio de humanidad común: más allá de las diferencias de color de piel, nacionalidad, idioma, cultura, religión o riqueza, sexo u orientación sexual, existe una sola humanidad, que debe ser respetada en la persona de cada uno de sus integrantes.
Principio de socialidad común: los seres humanos son seres sociales para los que la mayor riqueza es la riqueza de las relaciones concretas que mantienen entre sí en el marco de asociaciones, sociedades o comunidades de diverso tamaño y naturaleza.
Principio de individuación legítima: respetando estos tres primeros principios, la política legítima es aquella que permite a todos desarrollar mejor su individualidad, sus capacidades, su poder de ser y actuar, sin dañar el de los demás con miras a la igualdad de libertad. A diferencia del individualismo que conduce a cada hombre por sí mismo y a la lucha de todos contra todos, el principio de individuación reconoce el valor solo a los individuos que afirman su singularidad respetando su interdependencia con los demás y con la naturaleza.
Principio de oposición creativa: como todo el mundo tiene la vocación de manifestar su individualidad singular, es normal que los humanos se opongan entre sí. Pero sólo es legítimo que lo hagan mientras no ponga en peligro el marco de la humanidad común, la socialidad común y la naturalidad común que hace que la rivalidad sea fructífera y no destructiva. Las buenas políticas son, por tanto, aquellas que permiten al ser humano diferenciarse poniendo la rivalidad al servicio del bien común. Lo mismo ocurre con la ética.
Además de esto, es necesario e imperativo:
Controlar la arrogancia. La primera condición para que la rivalidad y la emulación sirvan al bien común es asegurarse de que escapen del deseo de omnipotencia, exceso, arrogancia (y, a fortiori, pleonexia, (el deseo de poseer siempre). Entonces se convierten en una rivalidad para cooperar mejor, es decir, intentar ser el mejor es muy recomendable si se trata de sobresalir, dentro de los medios de uno, en la satisfacción de las necesidades de los demás, de sus propios medios. dar lo máximo y lo mejor posible. Esto es muy diferente del deseo de prevalecer a toda costa tomando de los demás lo que es suyo. Este principio de dominio de la arrogancia es en realidad un metaprincipio, el principio de impregna todos los demás y debe servir como su regulador y salvaguardia. Cada principio, llevado al extremo y no atemperado por otros, corre el riesgo de invertirse en su opuesto: el amor a la Naturaleza o el de la humanidad abstracta en el odio a los hombres concretos; socialidad común en el corporativismo, mecenazgo, nacionalismo o racismo; individuación en un individualismo indiferente a los demás; la oposición creadora en la lucha del yo, en el narcisismo de la pequeña diferencia, en los conflictos destructivos. Por tanto, se puede decir que este imperativo es “categórico” " en conflictos destructivos.